"Se hace camino al andar"- A. Machado

jueves, 16 de junio de 2011

Conjuro de Luna, por Luz Gabriela Rodríguez

Conjuro de Luna

por Luz Gabriela Rodríguez


Ella no necesita llamarse Merlina, ni tener la mirada penetrante para saber cómo es él. Lo conoce bien. Sabe que, a pesar de escuchar sus resuellos, finge y aparenta dormir.

Persevera su capacidad de espera. Paciencia al cien por ciento. No peca de ignorancia al saber que ya está cerca de caer en lo profundo. Sabrá que duerme insondable cuando su respiración se torne acompasada. 

Lo observa.

Su espalda ladeada reposa en la cama, luce indefenso en la controversial posición fetal. Quiere acariciarlo, pero un escalofrío en las vértebras le advierte y se detiene.

Su mente divaga en el espacio cibernético. Recuerda a su abuela... aprendió mucho de ella, pero no se le ocurre nada que sirva para lo que hoy precisa...

Continúa mirándolo.

Arde su cuerpo. Necesita abrazarlo. Necesita de él, de sus caricias. Pero no. No debe acercarse.

Por ahora solo puede esperar y sentir el cálido aire que se va tornando irrespirable, haciendo que su cuerpo transpire como un animal en celo. Toma fortaleza al recordar las veces que ha saboreado su desprecio, mientras el muy miserable se las arreglaba para lucir indefenso ante el mundo.

Piensa que es mejor sonreír y aparentar no sentir en absoluto, con la frente erguida, soslayando un cojudo sentido de dignidad; finge suavizar el rostro, pretendiendo distraer el dolor de la herida que lleva consigo.

Con suaves movimientos quita sus blancas vestiduras y cual hembra seductora, recoge su revuelto cabello negro en una pañoleta de seda azul, dejando entrever en sus orejas, argollas que centellean a su mínimo movimiento.

Ha llegado el momento. Lo sabe. La luz de la esférica luna lo corrobora al ubicarse sobre ellos.

Los envuelve.

Invoca a las fuerzas del universo. Un penetrante silbido eriza la piel. Desde el fondo del alma se desprenden sonidos difusos en una paradójica lengua...

“Indiferent, indiferent, penetrum in sua almu...despreciu, despreciu, penetrum in sua almu. Sentirium, sentirium in sua almu mea dolour...”
Una dúctil brisa hace que las vaporosas cortinas se alcen en vuelo. Todo gira. La oscuridad se rompe en mil destellos que  penetran sus cuerpos  cual cortantes navajas. No hay palabras.
 
Observa cómo su respiración se agita cada vez más y cual mágico conjuro, su pecho se abre para recibir certeramente los destellos que salen del corazón de ella, quien a pesar del dolor, aún lo mira con ternura al llegar al fin de un largo éxtasis.

Vuelve la oscuridad y el silencio…

Ha pasado la noche en vigilia, tiene la esperanza de que la angustia, la incertidumbre y desasosiego se diluirán sosteniendo su imaginación en lugares imprecisos.

Antes de que el reloj cumpla su cotidiano cometido, él abre los ojos.
Se puede entrever que el conjuro ha funcionado porque el dolor de ella se manifiesta en esas duras pupilas.

Ahora su corazón está dentro de él y por fin sabe en carne propia, lo que ella siente cuando la desprecia.


Página personal de la autora: http://blog.espol.edu.ec/lgrodrig/

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