"Se hace camino al andar"- A. Machado

lunes, 11 de julio de 2011

De cómo la pereza rompe la inspiración

Ya lo dice Charles Baudelaire, y con él decenas de escritores: «La inspiración es hermana del trabajo cotidiano (...)», y la pereza, enemiga de la inspiración. A su vez, completa esta observación con las siguientes palabras:

Ch. Baudelaire

«Una alimentación muy sustanciosa, pero regular, es la única cosa necesaria para los escritores fecundos. Decididamente, la inspiración es hermana del trabajo cotidiano. Estos dos contrarios no se excluyen en absoluto, como todos los contrarios que constituyen la naturaleza. La inspiración obedece, como el hombre, como la digestión, como el sueño. (...) Si se consiente en vivir en una contemplación tenaz de la obra futura, el trabajo diario servirá a la inspiración, como una escritura legible sirve para aclarar el pensamiento, y como el pensamiento calmo y poderoso sirve para escribir legiblemente, pues ya pasó el tiempo de la mala letra» (Consejos a los jóvenes literatos).

Diariamente, alimentamos nuestros cuerpos con una serie de alimentos que nos ayudan a vivir. Alimentemos también nuestra escritura, que llena de vida al alma. Porque si el alma está vacía, de nada nos servirá ofrecerle a nuestro cuerpo una serie de alimentos que llenen ese vacío. Y seguiremos hambrientos de letras.
Nuestra escritura necesita de unos cuidados diarios que la mantengan en forma. Si la ignoramos, acabará muriendo. No siempre es fácil atender todas sus necesidades: pero tampoco es imposible y, además, es nuestro deber como escritores. La madre alimenta al niño. El escritor alimenta a sus creaciones literarias.

Son muchos los obstáculos con los que debe enfrentarse el escritor para emprender la tarea de la escritura. El cansancio, el estrés o la pereza intentan seducirnos constantemente para llevarnos directos al bloqueo. Y casi siempre lo consiguen.

En el tema anterior, Laura Navarro ya nos indicaba el camino que debemos seguir para «quedar bloqueados» y, de este modo, poder «perder el tiempo» realizando otro tipo de tareas triviales. ¿Por qué nos resulta más fácil realizar este tipo de tareas que llevar a la práctica la tarea de escribir?

Nos asusta la página en blanco, inevitablemente. Nos da miedo acudir a ella y no encontrar esas ideas que nos producen un embriagador cosquilleo en nuestros estómagos. Porque, en verdad, cuando las ideas acuden claras y directas a nuestra mente, nuestros cuerpos se estremecen. Es como «vivir el amor» con las palabras. Es una sensación que nos llena de pronto, y nos deja con un vacío apacible cuando desaparece. Pero siempre podemos recuperar este tipo de sensaciones, practicando la escritura cada día. Haciendo frente a la pereza y alimentado nuestra creatividad.

Insisto en que es mucho más fácil evitar el bloqueo que caer en las manos de la pereza. No debería ser una tortura para nosotros, para los que amamos las palabras, sentarnos a escribir diariamente, al menos quince minutos, y dejarnos llevar por nuestra escritura. Si las ideas no acuden a inspirarnos, siempre hay palabras que escribir, porque la inspiración quizá sea pasajera, pero las palabras son infinitas, y en ellas está la solución a los bloqueos inventados por el propio escritor.

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